EUROPA
PRESS
20
diciembre 2023
Adelgazar
altera significativamente el microbioma y la actividad cerebral
Investigadores chinos han realizado un
seguimiento de 25 pacientes obesos que perdían peso durante y después de la
restricción intermitente de energía (RIE) para detectar cambios en sus
bacterias intestinales y en las regiones cerebrales del apetito y la adicción y
han descubierto que los cambios en estos dos compartimentos del eje
cerebro-intestino-microbioma están estrechamente acoplados en el tiempo.
Estos resultados, publicados en la revista 'Frontiers in Cellular and Infection Microbiology', sugieren
que estos cambios podrían estar vinculados por un mecanismo aún desconocido:
los cambios en el microbioma intestinal impulsan cambios en el cerebro o
viceversa.
En todo el mundo, más de mil millones de personas son
obesas. La obesidad es un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares,
diabetes y algunos tipos de cáncer. Pero perder peso de forma permanente no es
fácil: se sabe que las complejas interacciones entre sistemas corporales como
la fisiología intestinal, las hormonas y el cerebro juegan en contra.
Un método para perder peso es la restricción intermitente de
energía, en la que se alternan días de ayuno relativo con otros de alimentación
normal.
"Aquí demostramos que una dieta RIE cambia el eje
cerebro-intestino-microbioma humano. Los cambios observados en el microbioma
intestinal y en la actividad de las regiones cerebrales relacionadas con la
adición durante y después de la pérdida de peso son muy dinámicos y se acoplan
a lo largo del tiempo", afirma el último autor, el doctor Qiang Zeng,
investigador del Instituto de Gestión Sanitaria del Hospital General del
Ejército Popular de Liberación de Pekín (China).
Los autores utilizaron metagenómica en muestras de heces,
mediciones sanguíneas e imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf) para estudiar los cambios en la composición del
microbioma intestinal, los parámetros fisiológicos y la composición sérica, así
como la actividad cerebral en 25 mujeres y hombres chinos obesos que seguían
una dieta RIE. Los participantes tenían una edad media de 27 años y un IMC de
entre 28 y 45.
"Un microbioma intestinal sano y equilibrado es
fundamental para la homeostasis energética y el mantenimiento de un peso
normal. En cambio, un microbioma intestinal anómalo puede modificar nuestro
comportamiento alimentario al afectar a determinadas áreas cerebrales
implicadas en la adicción", explica el coautor, el doctor Yongli Li, del Departamento de Gestión Sanitaria del
Hospital Popular Provincial de Henan (China).
En primer lugar, los participantes se sometieron a una
"fase de ayuno altamente controlado" de 32 días en la que recibieron
comidas personalizadas diseñadas por un dietista, con un valor calórico que
disminuía progresivamente hasta una cuarta parte de su ingesta energética
básica.
A continuación, pasaron 30 días en una "fase de ayuno
bajo controlado", en la que se les dio una lista de alimentos
recomendados: los participantes que siguieran perfectamente esta dieta
recibirían 500 calorías al día las mujeres y 600 los hombres.
Al final del estudio, su peso corporal había disminuido una
media de 7,6 kg, es decir, un 7,8%. Como era de esperar, habían experimentado
reducciones de la grasa corporal y del perímetro de la cintura.
Asimismo, habían disminuido su tensión arterial y sus
niveles séricos de glucosa plasmática en ayunas, colesterol total, HDL y LDL,
así como la actividad de enzimas hepáticas clave. Esto sugiere que la RIE ayuda
a reducir comorbilidades relacionadas con la obesidad como la hipertensión, la
hiperlipidemia y la disfunción hepática.
Los autores observaron descensos tras la RIE en la actividad
de regiones cerebrales implicadas en la regulación del apetito y la adicción.
En el microbioma intestinal, la abundancia de las bacterias 'Faecalibacterium prausnitzii', 'Parabacteroides distasonis' y 'Bacterokles uniformis' aumentó
considerablemente, mientras que la de 'Escherichia coli' disminuyó.
Otros análisis mostraron que la abundancia de las bacterias
'E. coli', 'Coprococcus
comes' y 'Eubacterium hallii'
se asociaba negativamente con la actividad de la circunvolución frontal
inferior orbital izquierda del cerebro, conocida por desempeñar un papel clave
en la función ejecutiva, incluida nuestra voluntad de perder peso.
En cambio, la abundancia de las bacterias 'P. distasonis' y 'Flavonifractor plautii' se correlacionó positivamente con la actividad de
regiones cerebrales asociadas a la atención, la inhibición motora, la emoción y
el aprendizaje.
Estos resultados sugieren que los cambios en el cerebro y el
microbioma durante y después de la pérdida de peso están relacionados, ya sea
porque se causan mutuamente o porque otro factor desconocido causa ambos. Dado
que el estudio es correlacional, no puede determinar la dirección de la
causalidad subyacente.
"Se cree que el microbioma intestinal se comunica con
el cerebro de forma compleja y bidireccional. El microbioma produce
neurotransmisores y neurotoxinas que llegan al cerebro a través de los nervios
y la circulación sanguínea. A su vez, el cerebro controla el comportamiento
alimentario, mientras que los nutrientes de nuestra dieta modifican la
composición del microbioma intestinal", explica el coautor, el doctor Xiaoning Wang, del Instituto de Geriatría del Hospital
General de la APA.
El coautor, el doctor Liming Wang,
también del Instituto de Gestión Sanitaria de Pekín, añade que "la
siguiente pregunta que hay que responder es el mecanismo preciso por el que el
microbioma intestinal y el cerebro se comunican en las personas obesas, incluso
durante la pérdida de peso".